“Dispararon al pianista” en el Hay Festival de Segovia

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Pepa Blanes, reconocida periodista a cuya voz los oyentes de la Ser estarán ya acostumbrados, firmó Abre los ojos. Pelis y series para entender el mundo hace apenas dos años. Producto del mundo post pandemia, en el que el gel hidroalcohólico vuelve (para la gran mayoría) a ocupar las estanterías de productos rebajados, el título de la obra de Blanes refleja cómo el arte vuelve al lugar que le fue arrebatado por restricciones sanitarias, económicas y hasta de ánimo (quién quiere ir a concierto sin poder levantarse a bailar). En la Segovia septembrina, este retorno supone la celebración de un Hay Festival sin mascarillas que permite conversaciones amplias con las que, como ya es costumbre desde que comenzara en el año 2006, “entender el mundo”. Este empeño común reúne a decenas de personas en torno a Fernando Trueba, renombrado director de cine que acumula éxitos como la reciente El olvido que seremos o la conocida La niña de tus ojos, y Javier Mariscal, artista que reúne grandes proyectos como la ilustración de la portada del New Yorker en varias ocaciones o el diseño de COBI, mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.

En un sábado nublado, afortunadamente cubierto en el campus de IE University, Mariscal y Trueba se encuentra con Blanes que, como moderadora, les dirigirá (entre risas del público, vocablos de nacionalidad brasileña y anécdotas que se relatan con sinceridad y sencillez) para hablar de su último proyecto: Dispararon al pianista. El largometraje, con fecha de estreno prevista el próximo seis de octubre, relata la vida del pianista Francisco Tenório Júnior a través de la investigación llevada por un periodista de Nueva York, interesado en averiguar los motivos detrás de su desaparición en 1976. Nacida de la propia pesquisa de Trueba, y fruto de un cómic hónimo, supone su segunda colaboración con Mariscal desde Chico & Rita, película de animación que se hizo con el Goya y la nomicación a los Oscar en el año 2011.

El viaje del pianista.

Si algo deja en claro la conversación entre el director y el ilustrador de cine es que Trueba pone en práctica, muy frecuentemente, la máxima de que el saber no ocupa lugar. Mariscal bromea sobre su colega, quien dice viaja con dos maletas desde El milagro de Candeal, documental del 2004 que comparte con Dispararon al pianista un centro temático musical y una ambientación brasileña. En una de ellas, acumula camisetas; la otra la traslasda vacía, lista para acoger cualquier objeto que se cruce en su curiosidad. Frecuenta Brasil, primero desde un interés personal, que acaba por convertirse en un empeño por descubrir quién era Tenório. 

Así comienza la investigación que inspirará Dispararon al pianista. La obra, pese a su base biográfica, huye del biopic, género que Trueba rechaza al ser incapaz de reconocer a personaje y actor como una sola identidad. Siguiendo este razonamiento, se apoya en la animación, un medio en el que se acaba por aceptar a quien se representa en un ejercicio de “complicidad” entre creador y espectador, a quien se le exige cierta cooperación para identificar el arte con la realidad. Más allá del color, el filme se tiñe de realidad: cuenta con una gran mayoría de voces reales extraídas de entrevistas en torno a la vida del pianista (meramente se incluyen actores en casos excepcionales, como el fallecimiento de algunas de las personas implicadas o la creación de un personaje expresamente para la narración) y la credibilidad añadida por los músicos de su banda sonora. De esta manera, Tenório “revive” con los dibujos.

La memoria.

El pianista les arrastra a un tema repasado por Blanes: la memoria. Desde la que señalan como contemporánea, ubicada en el año 2009, hasta los años sesenta y sesenta, en los que toman protagonismo las ebulliciones musical, con la aparición de la bossa nova, y política, con el golpe de estado argentino. Conforman tres épocas con las que Mariscal transforma un guión en “puntos, rayas y colores”, afirmando que incluso la vida es una “caricatura” y poniendo en valor el trabajo en equipo, donde cada uno suple los intereses y habilidades del otro. El ilustrador, causando las carcajadas de la audiencia, afirma que Trueba evita el conflicto: le propone que no se peleen, que hagan lo que él diga.

Es un tándem efectivo (belicoso o no) desde Chico y Rita. Más de doce años después de la película nominada al Oscar, Trueba y Mariscal revisan los cambios por los que ha pasado su proceso de creación. La evolución tecnológica ha alejado el papel y ha impuesto los medios telemáticos, impulsados también por la pandemia, en un presupuesto “honesto” dentro de un medio, como es la animación, que requiere una gran financiación.

"Chico & Rita" de Trueba y Mariscal
Cartel de “Chico & Rita” extraído de https://www.filmaffinity.com/es/film285516.html

Otros tiempos.

No sólo la época moderna ha afectado a la historia. Su ambientación ha marcado el género de la obra, que toma tintes de thriller y de narración periodística. Consiguen, gracias al “enamoramiento” de Trueba por Tenório, hablar con la familia del pianista para dar con una historia que, hasta ese momento, había permanecido en la oscuridad. 

Unas tinieblas de ignorancia negras como el traje que vestía Tenório, de color preto, que son iluminadas por un trabajo al que Mariscal compara con un “acta notarial”. Aunque fuera bien recibida por los músicos brasileños, esta labor de esclarecimiento no fue un camino de rosas. Como él mismo relata, Trueba fue enfrentado en su pesquisa por Argentina por un oficial que parecía haber olvidado la transición democrática. Entre risas, recuerda que se justificó diciendo que venía de parte de Televisión Española y que uno de sus acompañantes, abogado especializado en Derechos Humanos, desapareció en cuanto se inició el conflicto.

Lección cinematográfica.

Ese tipo de inventiva lleva a Mariscal a denominar a Trueba “didáctico”, que rápidamente se sumerge en una explicación sobre cómo la nouvelle vague consistió en renovaciones “sincrónicas” musicales y cinematográficas. Como buen maestro, se apoya en el ejemplo. En el festival de Cannes de 1959, año en el que Los cuatrocientos golpes de Truffaut se hizo con el galardón a mejor director, Orfeo negro triunfó como mejor película con una historia medicocremente “turística” que, no obstante, sonaba imparable con la ayuda de Vinícius de Moraes. 

La evolución artística es constante, afirman. Actualmente, la concentración mediática, propiciada en parte por la irrupción de las redes sociales, incluye a más gente en la creación artística. Según Mariscal, esto se resume en menos “dictaduras”, donde nadie se erige, como Picasso, como único innovador Este “mundo más en pañales” ha sido sustituido por muchas más tendencias. Los jóvenes, como los veinteañeros hijos de Mariscal (que confunden a “Presley, Velázquez y los romanos” y todo “en los noventa”) se adentran en nuevos géneros sin abandonar otros más longevos. De hecho, el jazz no ha muerto, recuerdan: se está dando un interesante desarrollo musical, con nombre femenino y nacionalidad española. 

Discordar en consonancia.

Director e ilustrador, como oyente y orador, se sacan el uno al otro de sus áreas. De la misma manera en la que esperan que el espectador se esfuerce por prestar la inteligencia y atención que requiere Dispararon al pianista, se exigen salir de sus áreas de conocimiento y adentrarse en un proyecto en común que abarca el arte visual, en forma de cómic y largometraje, y auditivo, con especial interés por la música. 

Hay Festival Segovia: Trueba y Mariscal
Trueba y Mariscal se despiden, junto con Blanes, y reciben la característica rosa blanca del Hay Festival como obsequio.

Nosotros, deseosos por entender el mundo con “pelis” (como titulaba Blanes), nos esforzamos por comprender a Tenório como se nos pide para, posteriormente, poder regalarnos una palmadita en la espalda. Hemos cumplido: surge la complicidad, se deposita en las sillas plegables y anida en lo alto de la carpa de IE University. La memoria de Tenório ahora recorre el paisaje segoviano, como pretendían Trueba y Mariscal, que se han descubierto de la mano de Blanes. 

Beatriz Sánchez del Río
Beatriz Sánchez del Río
Me gusta leer sobre lo que no entiendo y escuchar el mar, aunque sea de secano.

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