“Una Tierra Prometida”, el poder desde los ojos de un presidente.

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Carlos Ruiz Zafón dijo una vez que ā€œcada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soƱaron con Ć©lā€. No podĆ­a estar mĆ”s en lo correcto. Siempre me pregunto, si la biblioteca de AlejandrĆ­a no hubiera sido destruida, ĀæcuĆ”nto mĆ”s conocerĆ­amos de nuestra propia historia gracias a todos esos libros quemados? 

Afortunadamente, la historia estĆ” en constante evolución y eso, en gran parte, se lo debemos a la documentación que queda detrĆ”s cuando alguien escribe un libro. No importa el gĆ©nero; la fantasĆ­a nos permite ver la curiosidad y el ingenio de personas en una determinada Ć©poca, los textos acadĆ©micos nos relatan, en forma de prosa, el trayecto que el ser humano ha recorrido para llegar a donde estamos hoy, y las biografĆ­as nos dejan entrever los pensamientos, los placeres y frustraciones que sus autores tuvieron a lo largo de su vida. Ese es precisamente el caso de ā€œUna Tierra Prometidaā€, el Ćŗltimo libro del expresidente Barack Obama.

En sus mÔs de 700 pÔginas, Obama recuenta el camino que emprendió desde que se graduó de la universidad, pasando por el senado estatal de Illinois, continuando su camino por su etapa de senador por Illinois, finalizando en su gobierno presidencial de los Estados Unidos. Es un libro que no solo pone al poder político en escena, sino que demuestra de qué forma uno de los hombres mÔs poderosos del mundo se enfrenta a los desafíos y las responsabilidades, tanto en lo profesional como en lo personal.

Probablemente, lo que mÔs me gustó del libro fue darme cuenta de que, sin importar el nivel socioeconómico o poder político, una persona sigue siendo eso, una persona. Cuando Obama relata todas las discusiones que mantuvo con Michelle a causa de su carrera política e inseparable distancia forzada de su familia, nos permite entender que todo es mÔs fÔcil cuando contamos con el apoyo de ellos. Del mismo modo, no oculta los duros momentos que uno puede atravesar, sin siquiera considerarlo, cuando estÔ sumergido en el mundo del poder. No debe ser fÔcil no poder estar junto a tu familia en los momentos que mÔs necesitan de ti, para que tan solo horas después te llame tu hermana a decirte que no tuviste tiempo para despedirte de tu madre. No debe ser fÔcil encontrar la manera perfecta para criar a tus hijos en un ambiente en el cual tienes acceso a todos los lujos del mundo, a tan solo una llamada de distancia. Tampoco debe ser fÔcil que de repente puedas contar con los dedos de tu mano a quienes te llaman por tu primer nombre y sientas que nadie te ve como una persona sino como un símbolo de poder, porque todos los demÔs te llaman Mr. President.

No obstante, no todo son decisiones difíciles de tomar y palabras milimétricamente medidas cuando uno es presidente del país mÔs poderoso del mundo. En algunas de sus pÔginas Obama nos deja percibir la relajación y placer personal que sintió cuando en una visita oficial a Rusia, la conversación con el presidente Medvedev giró en torno a las carreras universitarias que seguirían sus hijos, el rock americano y los Beach Boys, y los cambios a los cuales uno debe acostumbrarse cuando pasa a tomar el poder de países tan poderosos como Rusia y Estados Unidos.

Asimiamo, si hay algo que Obama enfatiza, es la importancia de rodearse de gente en la que uno confía, pero no subestima, a quien uno puede pedir consejos, pero también exigirle mÔs y reclamarle cuando un trabajo estÔ mal hecho. Ese es precisamente el caso de Nancy Pelosi, de quien la administración de Obama dependió en mÔs de una ocasión para pasar un proyecto de ley en la CÔmara de Representantes, pero a quien Obama tampoco dudó en reprocharle cada vez que necesitaba mÔs de ella. Y que, el orgullo tiene que quedar de lado, sin importar los roces personales que pudieran existir en el pasado, cuando necesitas de alguien como Hillary Clinton en tu administración. Aunque, es cierto que, como lo afirma en mÔs de una ocasión, para lanzarse a Presidente de los Estados Unidos y pensar que las ideas de uno mismo son las mejores de todo el país, hay que tener un ego considerablemente alto.

TambiĆ©n, no duda en aclarar que, a pesar de tener todo el poder del mundo concentrado en un mismo lugar, hay situaciones en las que te toca sentarte a esperar. Ojo, esto no fue lo que hizo Obama en Brasilia cuando le pidió el celular personal a su Jefe de Gabinete para autorizar un ataque aĆ©reo a Libia debido a las fallas de conexión de todas sus redes de comunicación segura. Sin embargo, sĆ­ que tuvo que hacerlo cuando, en esa misma gira por SudamĆ©rica, cuando se vio obligado a esperar sentado, mientras conversaba con el presidente chileno PiƱera, que le confirmaran el estado de un soldado cuyo avión habĆ­a sido derribado en Libia, sin tener poder alguno que le permita tener la respuesta inmediata. 

En tĆ©rminos generales, ā€œUna Tierra Prometidaā€ es un libro que nos permite conocer a fondo, las estrategias de gestión que se llevan a cabo en la cĆŗspide del poder y cómo Ć©stas se compaginan con las motivaciones personales y Ć©ticas, sin dejar de lado las relaciones personales y la esencia humana que nos caracteriza a todos. Por eso, este libro es un recordatorio mĆ”s de que a los libros no hay que leerlos porque sĆ­, sino que hay que disfrutarlos y analizarlos porque, a fin de cuentas, como dijo Ernesto SĆ”bato, ā€œla literatura no es un pasatiempo ni una evasión, sino una forma, quizĆ”s la mĆ”s completa y profunda, de examinar la condición humanaā€.

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