El verano ha llegado a Madrid y ha inundado las casas, las calles y, cómo no, las oficinas. El sol agotador, la búsqueda y captura de un amigo con piscina y los paseos de medianoche vuelven a la gran ciudad y, con ello, los armarios de las oficinistas también se renuevan.
Hay dos cosas innegables: que el metro en hora punta es lo peor y que los jóvenes del mundo corporativo tienen un estilo impresionante. En este artículo el objetivo es analizar las nuevas tendencias y la comparación entre las expectativas versus la realidad de la moda.
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Bolsos
Cómo no, nuestro querido Longchamp se mantiene firme en forma y función en la cabecera de bolsos de marca. Amplio, elegante y resistente: listo para la batalla corporativa, disponible en todos los tonos. Le pisa los talones el Goyard, aún con su reciente mala reputación debido a unas asas que destiñen con el calor (no muy correcto para el verano). Ya sea certificado o no, el estampado clásico de su bolso Sant Louis Tote ilumina las calles de Nuevos Ministerios a las nueve menos cuarto de la mañana. Podemos observar algunos bolsos de temporadas pasadas, Marc Jacobs con su Tote Bag o incluso algún bolso de mimbre a lo Jane Birkin. Un toque muy especial pero no sé hasta qué punto cómodo para llevar toda la tanda de material para el día laboral. Aunque la “birkinificación” (desgastar un bolso y llenarlo de colgantes) de los bolsos ha aparecido en las redes, no es algo que haya llegado a las oficinas de Madrid.
Las mochilas de empresa están presentes en el camino al trabajo y se pueden ver en los autobuses, pero los bolsos siguen predominando en las calles, incluso con mayor prevalencia que en los meses más fríos. ¿Quizá esté relacionado con la jornada intensiva y no tener que llevar un túper al trabajo?
Calzado
Las bailarinas de terciopelo que han arrasado este invierno para todas las edades vuelven al cajón, y dan paso sorprendentemente a las cuñas. Un “remémber” de los años 2010 vuelve pisando con fuerza entre las treintañeras. Las sandalias romanas doradas, o los tacones bajos estilo años 60 aparecen también, sin embargo, no hay uniformidad decantada. Lo que no hay duda es de que los pies van al aire. Algo que me sorprende, debido al aire acondicionado de muchas oficinas, pero cada una a lo suyo. Me sorprende no haber visto algunos Mary Janes con tacón pero el calzado abierto lidera las pasarelas (hacia Cuzco).
Accesorios
Si bien las flores de Inditex aparecieron a eso de abril por algunas consultorías y en los departamentos de marketing, otra vez desaparecen y dan paso a peinados más naturales y desarreglados.
La guinda del pastel, como siempre, es el lanyard, un elemento muy corporativo que representa a las grandes empresas: una cinta de color con el nombre de la empresa con una tarjeta de acceso a las plantas. Aunque es un clásico, no puedo ignorar las similitudes que tiene con la moda en los institutos, sobre todo en primero o segundo de la ESO y llevar las llaves de casa en el cuello colgadas. O incluso, lo mismo, pero con llaves, que es más típico en las escuelas estadounidenses, llevando visibles las llaves del coche a todos lados. En mi opinión, todo representa el mismo patrón: orgullo y reputación. “Sí, tengo llaves de casa”, “Sí, tengo un coche”, “Sí, tengo un trabajo”. Todo son distintas formas de expresar la misma característica. A mí personalmente me hace mucha gracia, pero no por ello tengo menos orgullo en llevar mi propio badge y zarandearlo por dónde pueda.
Partes de arriba
Elegantes, delicadas, y tonos pálidos. El verano no consigue sacar a las madrileñas tonos más divertidos y siguen ensombrecidas tras los tonos más grises y neutros. Formas asimétricas y blusas elegantes, dependiendo de la edad se puede observar una correlación interesante. La presencia de estampados es más recurrente cuanto mayor es la edad, bastante curioso. Yo hubiera apostado por el resurgimiento del estilo de oficinista de los 2000, que ha pegado tan fuerte con las gafas Miu Miu que han llegado a tantos otros sitios. Sin embargo, Madrid se mantiene firme ante la tentación.
Partes de abajo
¿Nos acercamos a una recesión? Las faldas por debajo de la pantorrilla están en tendencia y si confiamos en el Hemline Index (el índice del dobladillo), todo apunta a que la economía no va bien. La medida de la longitud de las faldas como indicador económico fue propuesto por el economista George Taylor en la década del 1920. Primero de todo que su apellido sea Taylor (sastre) me parece tan curioso como la propia naturaleza del indicador. Aunque quizá las temperaturas y la propia moda, que tiene una tendencia cíclica, al igual que la economía, tengan un rol más central en este caso específico. El uso de faldas cortas y los pantalones quedan en la retaguardia. Una falda incluso más por encima de la pantorrilla es raro de ver.
Conclusiones
Incluso si los lanyards no son muy estéticos ni las manchas de sudor el complemento más deseado, las chicas de Madrid no dejan pasar por alto un mal outfit. ¿Qué nos espera en las próximas temporadas? ¿Habrá alguna tendencia más en los próximos meses o el teletrabajo acabará con nosotros antes?
Un saludo y seguiremos informando.
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