“Chinita, chinita” decía Torrente en una de sus películas. El típico cuñado español dando la nota en pantalla. Cuando llegaron los créditos apagamos el televisor, pero la realidad se quedó con nosotros. Independientemente de cómo se quiera ver, los chinos son un tema especial en España. Al irme de intercambio a Hong Kong, a finales de 2024, y volver para contarlo, me he percatado aún más de la realidad que vivimos. Como sociedad, no sabemos nada del mundo asiático. Una ignorancia que peca de insensible, incluso.
Hong Kong es una potencia económica, el país con la mayor esperanza de vida y una de las ciudades más ricas del mundo. Sin embargo, al volver a España, me he dado cuenta de lo difícil que ha sido para los chinos integrarse en nuestra sociedad. Debido a la situación política y económica de China, no se han sumado a la globalización. Al igual que en otras potencias asiáticas como Corea del Sur o Japón, podemos observar una sociedad arraigada a tradiciones y normas sociales que son sorprendentes para Occidente.
Ciertamente, antes de ir a Hong Kong, no sabía ni dónde estaba. Debido a las tarifas más asequibles de vuelos, las conexiones entre Oriente y Occidente cada vez son más frecuentes. Cuando estaba en Indonesia, conocí a un grupo de españoles y les comenté que venía de Hong Kong. Lo mismo ocurrió con una pareja madrileña que venía de Nueva Zelanda en un aeropuerto. Y la respuesta fue la misma, primero asombro y luego confusión: ¿qué se te ha perdido allí? Estando tan conectados a China como estamos los españoles por la notoria cantidad de inmigrantes, ¿por qué es un sitio tan desconocido?
Hong Kong es un territorio al sureste de China que fue cedido a Reino Unido durante la guerra del opio. Hace tan solo 33 años ha sido devuelto a China, donde ha recibido un título especial de región administrativa, compartido con Macao y Taiwán. Los hongkoneses no se sienten chinos, sin embargo, sí se identifican con ellos y es obligatorio estudiar chino mandarín en las escuelas. En su vida cotidiana utilizan mayoritariamente el cantonés, aunque es muy común entremezclar palabras en inglés, como resultado del dominio británico de 156 años.
Una metrópoli internacional, con una economía espectacular y un estilo de vida muy eficiente. Una hermosa combinación de edificios y una naturaleza impresionante, todo combinado en un territorio ocho veces más pequeño que la comunidad de Madrid y con el doble de población.
Esperaba que mi vida fuese muy distinta allí y en cierto modo, no lo fue tanto. Sin embargo, Hong Kong tiene una cultura muy característica asiática que no existe en España: comer fuera constantemente. Se debe al alto precio de los productos de supermercado y a lo barato que es en comparación comer fuera siendo estudiante, al contrario que en España, que es algo para ocasiones especiales.
Luego, ¿qué me llevo de un viaje tan distinto? Me llevo una empatía que jamás pensé que podría tener. Volver a España me hizo darme cuenta de cómo de distintos somos y me impactó poder sentirme conectada a los asiáticos que me cruzo por la calle. Es extremadamente triste admitir el poder que tienen los estereotipos, la historia o las creencias. En Hong Kong y, especialmente en mis viajes a China, me sentí acogida, guiada y protegida por mi apariencia: una chica blanca en una ciudad asiática. Fotos y comentarios positivos. Sobre todo, una gran apreciación por parte de estudiantes de español, que querían mudarse a España y apreciaban las tapas más que de lo que yo nunca he hecho. ¿Por qué cuando ellos vienen así no se sienten del mismo modo? Ojalá las personas que me han tratado tan bien cuando yo estuve lejos de casa sean recibidas de la misma manera. Pero, desgraciadamente, sé que no es el caso. He oído críticas sobre estudiantes chinos de intercambio, etiquetándolos de sucios, extraños e irrespetuosos. ¿Cómo podemos entender una cultura tan distinta desde la ignorancia? Espero que algún día esto cambie. Ojalá todos los españoles tengan el privilegio de explorar la cultura china, su comida, su naturaleza, su arquitectura y su gente. Mientras tanto, sé que todos los españoles que estuvieron en Asia conmigo podrán empezar a cambiar los prejuicios de nuestra sociedad.