Una de las muchas cosas que más me ha impactado sobre la pandemia del COVID-19 es cómo una emergencia de salud pública fracturó nuestro mundo cuando debería haberlo unido. La realidad de un nuevo virus que asola a la población mundial, dejando millones de cuerpos a su paso, es algo que, al menos desde mi punto de vista, debería haberse visto como un hecho, no como una opinión. Pero muy temprano en el extraño viaje de los últimos dos años o más, la gente parecía elegir lados conceptuales y conductuales. Por ejemplo, la fuga de laboratorio versus origen zoonótico o máscaras versus rostros desnudos. 

Por esta razón, la pandemia ha demostrado ser un terreno fértil no solo para opiniones muy dispares sobre la naturaleza de la situación, sino también para la desinformación y la agresión. Dicho esto, muchos se preguntan ¿Cuándo terminará esto?

El primer paso para imaginar el fin de la pandemia de COVID-19 es desengañarse de una visión del futuro en la que los humanos han vencido por completo al SARS-CoV-2. “‘La pandemia ha terminado’ no significa que el virus de la COVID-19 se haya erradicado como la viruela”, dice Peter Pitts, presidente y cofundador del Centro de Medicina de Interés Público. “Significa que se pasó de una fase mortal a una fase en la que las personas se infectaron y no sufrirán manifestaciones graves y no serán hospitalizadas ni intubadas”.

El elemento clave para determinar el final es cuando pasemos de mitigar el virus, donde el virus tiene el control, a contener el virus, donde tenemos el control. Los expertos están de acuerdo que aunque no hemos llegado a ese punto en su totalidad; incluso cuando las infecciones, las hospitalizaciones y las muertes han disminuido significativamente a nivel mundial. No obstante, en algunos lugares, como gran parte de África, las tasas de vacunación están muy por detrás del resto del mundo. Esto hace que sea difícil lograr una inmunidad sólida al virus a nivel de la población. 

Para ser honesta, como casi todos, también pensé que la vacuna acabaría con la pandemia. Disfruté de esas gloriosas tres o cuatro semanas del verano pasado cuando en realidad parecía que casi había terminado. Luego, por supuesto, la variante Delta golpeó como una bomba atómica, provocando infecciones por todas partes; por lo que muchos de nosotros comenzamos a usar máscaras en la tienda de comestibles de mala gana. Fue un tipo especial de tormento acercarse tanto a la tierra prometida, solo para tener el mapa completamente reconfigurado.

El hecho es que las vacunas no arreglaron todo, simplemente hicieron que las personas vacunadas sean exponencialmente mucho menos propensas a morir a causa del virus; no es algo que el Dr. Fauci o cualquier otra persona “hiciera” con nosotros. Son solo las consecuencias de la epidemia en la cuál nos encontramos. Todo el mundo está cansado hasta por los huesos de utilizar mascarillas, mantener la distancia en lugar que lo requieren, sanitizar todo y pues de la nueva realidad. 

No obstante, declararse agotado con la pandemia convierte a todos los demás en hipocondríacos irracionales que simplemente eligen no superarla, y atribuye motivaciones poco halagadoras para su cumplimiento. O somos individuos dóciles que siempre hacemos lo que se nos pide sin ningún tipo de pensamiento independiente, ya qué tenemos demasiado miedo de salir de casa por miedo a ver nuestra propia sombra. O lo que es más desconcertante, queremos que la pandemia continúe para siempre. 

Algunas personas seguramente sienten cada una de las emociones previamente mencionadas, pero es más probable que la gran mayoría de nosotros solo intentamos hacer lo mejor que podamos en una situación infinitamente horrible. Puedes enojarte por la incertidumbre de no tener un final a la vista. Puedes enojarte con malos actores específicos o fallas en el juicio. Puedes enojarte con figuras prominentes que promueven información errónea, lo que les da a las personas una falsa confianza.  

Puedes enojarte con tantos aspectos de la pandemia y su respuesta, pero lo que no puedes hacer, es dejar de esforzarse por aportar tu grano de arena día a día. Ya sea enviando fuentes de información credibles a miembros de tu entorno, promover la vacunación, mantener una higiene constante y seguir las medidas impuestas por los locales que más frecuentas así como las del gobierno. 

Puede ser bastante molesto que todo el mundo no deje de hablar de ello; pero si ese es el mayor problema que la pandemia ha dejado en tu puerta, tal vez simplemente disfrutes tranquilamente de tu enorme buena fortuna.

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